Las aguas servidas pueden convertirse en agua de riego, gas, electricidad y abono.

Modelo propuesto por investigadores en el Reino Unido ya existe en Chile

Para el 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Eso no solo implicará un gran desafío para el abastecimiento de agua potable, sino también para el tratamiento de la misma una vez utilizada.

Hace décadas que plantas de tratamiento de aguas servidas operan en todo el mundo, pero estas no darán abasto. Por eso, un grupo de investigadores de la Universidad de Exeter (Reino Unido) asegura en un estudio en la revista Science Advances, que el futuro de esos complejos es pasar de meros removedores de desechos a convertirse en sistemas de recuperación de los recursos que - aunque cueste creerlo- pueden proporcionar todo lo que se va por el desagüe.

"Su diseño podría beneficiarse de las habilidades de la naturaleza, con lo que serían infraestructuras ecológicamente sustentables y que maximizan otros beneficios", dice Xu Wang, profesor de Ingeniería Ambiental y líder del trabajo.

Para eso desarrollaron un modelo bautizado como "Repure", que además de transformar las aguas servidas en agua limpia, retiene los nutrientes y el carbono de la materia orgánica, para convertirlos en biofertilizantes con el fin de nutrir suelos y generar energías renovables que les permitan volverse energéticamente autosuficientes.


Agua que no has de beber

Con esto, dicen los autores, se generan beneficios ambientales insospechados y se reduce la huella de carbono de un proceso altamente demandante. Solo en EE.UU. las plantas de aguas servidas son el tercer mayor consumidor de energía a nivel nacional.

Sin saberlo, el modelo que proponen Wang y su equipo ya está funcionando en Chile.

En 30 mil hogares de Santiago, hay familias que se duchan, hierven el agua o prenden la calefacción con gas cuyo origen son aguas servidas.

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Fuente: El Mercurio | Vida Ciencia y Tecnología | 09 de agosto, pag 9


10 de Agosto de 2018