Científicos chilenos crean innovadora tecnología de biocontrol agrícola basada en bacterias nativas


Un grupo de investigadores de la Universidad Santo Tomás (UST) desarrolló una tecnología de biocontrol basada en bacterias nativas que permitiría enfrentar enfermedades que afectan a cultivos frutales sin la necesidad de pesticidas químicos.

La tecnología tiene su origen en el proyecto “Biofungicida bacteriano para el control del hongo fitopatógeno Monilinia fructicola, financiado en 2017 por el 14° Concurso de I+D Aplicada en Recursos Naturales de la Fundación Copec-UC.

Esta investigación permitió desarrollar un prototipo que no solo pudo controlar eficazmente los patógenos, sino que también representa una alternativa sostenible para el manejo sanitario en frutales, alineada con las crecientes exigencias de inocuidad y sustentabilidad en los mercados internacionales que incluso es utilizado como valor agregado en algunos productos.

“Los resultados experimentales demostraron que el prototipo posee una eficacia destacada frente a varios hongos de relevancia agronómica, ampliando así su potencial de aplicación en distintos cultivos”, explicó el Dr. Miguel Castro, investigador responsable del proyecto y académico de la Facultad de Ciencias de la UST.

“Además, representa un ejemplo concreto de cómo la investigación aplicada, impulsada desde nuestras universidades, puede convertirse en soluciones tangibles para la industria”, agregó el experto.


Beneficios del proyecto para la agricultura local

Según el Dr. Castro, este tipo de tecnología ofrece importantes beneficios, como mayor compatibilidad con los ecosistemas donde se aplican y por la reducción del riesgo de generar resistencia a patógenos.

Esto debido a que “el mecanismo de acción está mediado por una combinación de moléculas producidas por la cepa bacteriana, y no por un único principio activo, como ocurre habitualmente en los sistemas químicos”, detalló.

“Al tratarse de bacterias inocuas, su uso es más seguro tanto para los trabajadores agrícolas como para los consumidores, y su aplicación no deja residuos tóxicos en los frutos”, destacó el responsable del proyecto.

Así, “esto facilita el cumplimiento de las exigencias internacionales en materia de inocuidad alimentaria, lo que es especialmente relevante en el contexto global actual, donde existe una creciente presión por producir de manera sostenible y con una menor huella ambiental”, añadió el académico de la UST.

Tecnología de biocontrol agrícola

A diferencia de otros productos ya existentes, esta tecnología abre nuevas oportunidades de desarrollo. “Contamos con el genoma completo de la cepa bacteriana, lo que permite explorar y optimizar su potencial biosintético”, comentó el investigador.

Esto no solo facilita la identificación de los compuestos activos involucrados en el control, sino que también permitirá a los científicos proyectar su uso frente a otros fitopatógenos de importancia agrícola.

Si bien ya existen otros productos con la misma tecnología en otras partes del mundo, esta es la primera vez que se utilizan cepas bacterianas nativas de Chile, obtenidas directamente desde ambientes agrícolas nacionales.

Para el Dr. Castro, contar con esto permite “seleccionar organismos adaptados a las condiciones de estrés presentes en el campo, como las fluctuaciones hídricas y especialmente, la presencia de residuos de agroquímicos que pueden resultar perjudiciales para cepas introducidas artificialmente”.

“Nuestro trabajo aporta en avanzar una solución concreta para el control sostenible de fitopatógenos, considerando un modelo replicable de innovación en bioinsumos agrícolas, con foco en sustentabilidad, seguridad y proyección comercial”, agregó el experto.

Innovación que cruza fronteras

El desarrollo fue acompañado de manera constante por la Oficina de Transferencia de Conocimiento (OTC) de la UST, que promovió su validación técnica y buscó oportunidades de vinculación con el sector productivo.

Gracias a este trabajo, se concretó un acuerdo de licenciamiento con la empresa ANASAC, lo que permitirá escalar el producto y llevarlo al mercado sudamericano.

El contrato concede a ANASAC los derechos para desarrollar, producir y comercializar esta tecnología en América Latina por un período de 20 años. Además, establece un plan de trabajo conjunto que incluye etapas como pruebas de campo en condiciones comerciales, la obtención de registros y el escalamiento industrial del biofungicida.

Sebastián Rodríguez Rivera, vicerrector académico de Investigación y Postgrado de la Universidad Santo Tomás, señaló que “este acuerdo es una gran noticia porque implica el desarrollo desde la UST de una tecnología que responde a los desafíos actuales del país, generando un impacto real en sectores productivos de gran impacto económico como es la fruticultura”.

En este contexto, la Universidad Santo Tomás acompañará el proceso de transferencia con asesoría técnica especializada a cargo del Dr. Miguel Castro y su equipo, lo que permitirá la implementación y evolución de esta tecnología en su camino hacia la aplicación comercial.



Fuente: biobiochile.cl


23 de julio de 2025